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LA MAMÁ de LA MAMÁ ….

Mientras los ojos del mundo están en el bebé que acaba de nacer, la madre de la mamá ve a su hija, recién convertida en mamá. El papel de abuela puede esperar, porque es su niña quien llora, con sus pechos doloridos. La madre de la nueva mamá frota ropa manchada de caca, barre el piso, asegura un almuerzo. Compra camisones con botón, lava sábanas sucias de leche y sangre. Sabe lo duro que es volverse madre.


En el silencio de la madrugada, piensa en la hija, despierta. ¿Cuántas veces ha sido? ¿Aguantará la mañana con una sonrisa? y le lleva algo caliente y su postre favorito y puede ver todo lo que le pasa a su hija, a la nueva mamá, mejor y antes que nadie. Ocupada, la madre de mamá sufre en silencio. En cada elección de su hija, recuerda las propias.
Delante de la nueva mamá, nuevo bebé, mucha leche y tanto regazo, cuestiona todo lo que hizo, hace tiempo. Tiempo que no vuelve. Si hoy es lo que se tiene, entonces hoy es lo que es. Mira a los ojos, trae pan y café con leche . Ese es el regazo, esa es la leche ahora . Aquí y ahora, presente.


La madre de mamá ayuda a su hija a volar. Cuida todo lo que está en sus manos para que se reconstruya, descubre su nueva identidad. Ahora es madre, pero siempre será su hija. Toda madre recién nacida necesita el cuidado de otra mujer que entienda lo frágil que es este momento. La madre de la mamá puede ser una hermana, suegra, amiga, vecina, tía, abuela, cuñada, conocida. El hecho es que el puerperio necesita unión femenina, de esa comprensión que sólo otra mamá puede tener. Tribu femenina pero, sobre todo, y si es posible, «a mamá» a la madre de la nueva mamá.


Autora: Marcela Feriani

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